miércoles, 18 de noviembre de 2009

Oiga usted hablemos de toros




Hay que señalar, el reglamento dice que debería haber silencio y quietud en los tendidos mientras hay toro en el redondel y la res dobla. Porque ahora hay dos nuevas calamidades en la Plaza México: Una, es que venden de todo (esquilmos le llaman a estos ingresos para el empresario) a toda hora, es más son bravucones los vendedores, gritan “Le pasa estos -charritos, hot dogs, papas, palomitas, cueritos, pizzas, helados- hasta allá”, “Me pasa el billete”, “me pasa el cambio” Se meten hast alá, a la brava, mientras el Espada se enfrenta al triunfo o la muerte; mi pasillo es inviolable si el toro no ha doblado.

Oiga usted: ¿Alguien pide mayoría de edad ahí para servir bebidas alcohólicas?

La siguiente calamidad: en cuanto se lanza a matar el diestro, se sueltan los movimientos en los tendidos, distraen al matador, al burel, a los aficionados mismos. Para eso, que significa ingresos a la empresa no hay reglas ni control. Debe ser cuando cae el burel, no al pinchazo, los aficionados de verdad, hacen sshh cuando el diestro se juega la vida y allá hay un grito de “El torero se juega la vida, cállense”

¿Y la Delegación? Como toda autoridad, dormida. Oiga usted.